La búsqueda onírica de H.P. Lovecraft - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

martes, 14 de julio de 2009

La búsqueda onírica de H.P. Lovecraft


"Cuando el mundo se sumió en la vejez, y la maravilla rehuyó la mente de los hombres; cuando ciudades grises se elevaron hacia cielos velados por el humo de torres altas, temibles y feas, a cuya sombra nadie podía soñar con el sol ni las praderas floridas de la primavera; cuando el conocimiento despojó a la tierra de su manto de belleza, y los poetas no cantaron sino a distorsionados fantasmas, vistos a través de ojos cansados e introspectivos; cuando tales cosas tuvieron lugar y los anhelos infantiles se hubieron esfumado para siempre, hubo un hombre que empleó su vida en la búsqueda de los espacios hacia los que habían huido los sueños del mundo".

Howard Philips Lovecraft nació en 1890 en Providence, Rhode Island, en el seno de una familia aristócrata venida a menos. La enfermedad mental corría por las venas de su familia; el padre enloqueció y fue recluido en un manicomio cuando el pequeño Howard tenía apenas tres años de edad. Howard fue criado por su madre, una mujer dura y dominante que, como había deseado que su vástago fuese niña, lo vistió como tal hasta que él cumplió los seis años. Además, la señora Lovecraft mantenía a su hijo apartado de todo contacto con gente externa. Así, sus únicos amigos en la primera infancia fueron su madre, sus excéntricas tías y su abuelo, quienes le inculcaron un absurdo sentido de orgullo por su ascendencia aristocrática y un racismo tan visceral que es difícil ignorar hasta para sus lectores más fanáticos.

 

Howard fue un niño débil y constantemente enfermo, que además sufría de espantosas pesadillas y terrores nocturnos que duraron hasta su muerte. También fue un niño prodigio; recitaba poemas de memoria a la edad de tres años y componía los propios desde los seis. Como adulto, conoció penurias económicas, pues su trabajo creativo nunca fue valorado durante su vida. Fue amigo de otros prominentes autores de literatura fantástica, entre ellos el ya referido Robert E. Howard. Murió en 1937, entre terribles dolores y sangrados debidos a un cáncer de colon, que nunca quiso tratarse por su extraño sentido del pudor y del orgullo.

 


Lovecraft es conocido como uno de los grandes maestros de literatura de terror. Crecido entre dolores, locura y pesadillas, se burla de todas las esperanzas humanas. Dice el escritor en su ensayo clásico El horror sobrenatural en la literatura: "El humor es un hombre que silba para darse coraje mientras transita a través de una carretera oscura". Esa carretera oscura es la vida, y el silbido son todas esas cosas ridículas y fútiles con las que tratamos de llenarnos de valor mientras atravesamos la existencia. Lovecraft entiende esto y por eso es un maestro del horror: porque él vio el lado oscuro de la vida. Pensamos ridículamente en un Dios bondadoso, como un hombre barbado, sabio y benévolo, pero Lovecraft nos revela que Dios es un gigante monstruoso con cabeza de pulpo... que te quiere comer.

 

Lovecraft era un ateo estricto. Estaba informado de la ciencia de su tiempo y no creía en fuerzas sobrenaturales. La religión le parecía grotesca y ridícula, con sus rituales, sacrificios y su pretensión de solemnidad. La rechazaba no sólo por su falsedad sino por razones estéticas. Por lo mismo rechaza el ocultismo y el esoterismo, a los que considera carentes de imaginación. Como dice la voz narrativa en A través de las puertas de la Llave de Plata:

 

“Le fueron mostradas la pequeñez y vanidad de oropel de los pequeños dioses de la Tierra, con sus insignificantes y humanos intereses y conexiones; sus odios, rabias, amores y vanidades, su avidez de rezos y sacrificios, y sus demandas de fe contraria a la razón y la naturaleza.”

 

Los horrores de Lovecraft no son, pues, una simple invocación a lo sobrenatural, sino alegorías de los aspectos más terribles de la existencia, que él conoce muy bien. Sus horrores son, en el fondo, la absoluta indiferencia del universo ante la humanidad, cuya existencia es insignificante en un mundo hostil a la vida, pero sobre todo a la felicidad. Sus personajes (cuando sobreviven) quedan traumatizados y, conscientes de los horrores del mundo, no pueden entender que la gente a su alrededor, ignorantes de la abominación acechante, pueda sobrellevar una vida repleta de espantos.

 


La originalidad de Lovecraft se debe sobre todo a sus imaginación y sensibilidad inusuales. Él observó, no con los sentidos, sino con la mente, las esquinas oscuras del tiempo, el espacio y la existencia, y atisbó el entramado de la realidad misma, una realidad cósmica, metafísica. Y lo que vio no puede ser nombrado. Cuando Lovecraft utiliza sus socorridos adjetivos, "indescriptible", "inenarrable", "innombrable", "inefable", no se trata sólo de un recurso para evocar ciertas emociones en su lector; yo creo que en verdad concibió cosas que no podía explicar con palabras. Pues sí, ha habido genios que pudieron pensar más allá de las limitaciones del lenguaje.

 

“Todo en la vida no es más que un grupo de imágenes del cerebro, no hay diferencia entre las provenientes de cosas reales y las nacidas de sueños interiores, y no existe motivo para dar preeminencia a unas sobre otras”


La obra de Lovecraft ha dejado una profunda huella en toda la ficción especulativa, ya sea en los terrenos del terror, la fantasía o la ciencia ficción, y en los medios y soportes que fueren. La lista de creadores y artistas que han sido inspirados por el desventurado escritor de Providence sería interminable, y abarca muy variadas disciplinas, estilos y nacionalidades, desde Stephen King y Alan Moore, hasta Jorge Luis Borges y Guillermo del Toro. Las ideas de Lovecraft sobre la insignificancia del ser humano y la indiferencia del cosmos han sido desarrolladas en forma de una filosofía denominada cosmicismo.

 

Por otra parte, el insoslayable racismo de Lovecraft es un tema que no puede dejarse de abordar, en especial en estos tiempos en los que por fin empieza a reconocerse el papel las personas racializadas en el mundo de la literatura fantástica. Diversos creadores han ofrecido perspectivas distintas en una conversación que se ha vuelto muy necesaria. Resulta que el sentimiento de alienación y soledad en un universo hostil, tan presente en los relatos lovecraftianos, es uno con el que personas que han sufrido distintos tipos de marginación pueden identificarse. De modo que algunos de ellos han optado por apropiarse de los temas cósmicos de Lovecraft, y al mismo tiempo comentando contra el racismo y la discriminación, para así subvertir la tradición creada por el autor de Providence.



Los cuentos de terror de Lovecraft son bien conocidos, en especial sus relatos de Cthulhu, una abominable deidad extraterrestre que hoy en día es un todo ícono cultural. Pero el genio de Lovecraft va aún más lejos. Verán, podemos dividir la obra de este escritor en cuatro categorías:

  • Los relatos macabros: cuentos de terror tempranos, sin conexión entre sí y en los que aún se ve muy clara la influencia de Poe y otros escritores góticos.

  • La primera fase de los Mitos de Cthulhu: en la que Lovecraft crea una compleja y coherente mitología, en la cual dioses oscuros, criaturas extradimensionales, saberes arcanos y civilizaciones prehumanas son los protagonistas.

  • La segunda fase de los Mitos de Cthulhu: en la que reinterpreta su propia mitología desde un paradigma de ciencia-ficción: los "dioses oscuros" son extraterrestres antiquísimos y poderosos.

  • Los relatos oníricos: que son de los que trataré a continuación.

 

Los relatos oníricos se ambientan en el mundo del sueño, una realidad paralela a la que algunos humanos especialmente sensibles pueden acceder en sueños o trances. Existe una Tierra Onírica, más o menos material, un planeta con sus propios continentes, mares, ecosistemas, civilizaciones e historias. Las razas que la habitan incluyen a seres humanos, pero también hay otras criaturas inteligentes, como los gules, los zoogs, las bestias lunares, los gatos y los night-gaunts; también es hogar de algunos dioses. El Cosmos Onírico es mucho mayor, poblado por criaturas y entidades incomprensibles.

 


Estos relatos tienen su epicentro el personaje de Randolph Carter, un reflejo del mismo autor. Carter, al igual que Lovecraft, creció en la misteriosa Nueva Inglaterra, para después desarrollarse como autor de weird fiction, como se le llamaba a la literatura de horror, fantasía y ciencia ficción que aparecía en las revistas pulp.

 

Carter aparece en cuatro narraciones breves: Lo innombrable (1923), La declaración de Randolph Carter (1926), La Llave de Plata (1926) y A través de las puertas de la Llave de Plata (1933). Los dos primeros pertenecen más bien al ciclo de los tempranos relatos macabros. Existen más relatos en los que Carter no aparece, pero sí otras locaciones, personajes y sucesos relacionados con la Tierra Onírica. A su vez, los relatos oníricos a menudo referencian de los Mitos de Cthulhu.

 

En definitiva, la obra más importante de este ciclo es la novela breve La búsqueda onírica de la desconocida Kadath (1927), que no fue publicada en vida del autor. Es la cúspide de los relatos oníricos, en la que confluye gran parte de la mitología creada por Lovecraft. En esta novela nos apartamos de la grosera realidad cotidiana para entrar en la realidad onírica, en la que otras leyes y conceptos imperan. Al inicio, Randolph Carter se encuentra en la búsqueda de una ciudad maravillosa con la que había estado soñando:

 

"Toda dorada y magnífica, resplandecía en el crepúsculo, con sus murallas, templos, columnatas y puentes curvos de mármol veteado, fuentes con jarrones de plata y surtidores con los colores del arcoíris en amplias plazas y perfumados jardines, anchas calles corriendo entre delicados árboles y jarrones cargados de flores, y estatuas de marfil dispuestas en hileras resplandecientes; mientras, por la empinada ladera norte, ascendían hileras de tejados rojos y viejas buhardillas picudas cerniéndose sobre pequeñas callejas de adoquines entre los que crecía la hiedra. Era una fiebre de dioses, una fanfarria de trompetas sobrenaturales y un resonar se címbalos inmortales. El misterio pendía sobre ella como una nube sobre una montaña fabulosa nunca hollada..."

 


Para encontrar ese lugar, Carter viajará por múltiples ciudades y puertos, surcará los mares, atravesará el inframundo y bosques encantados, se encontrará con criaturas horribles y seres maravillosos, y se enfrentará a los mismos dioses y a su mensajero, el Caos Reptante, Nyarlathotep, para al final descubrir que... Bueno, tendrán que leerla.

 

La historia de los viajes de Carter puede ser interpretada como una alegoría del mismo proceso de crecimiento de Lovecraft, que supera la sensación de horror imperante en sus otros relatos, así como los conceptos de bien y mal, orden y caos, mezquinos e insignificantes en la inmensidad del cosmos. Lovecraft, no más horrorizado, se maravilla ante la grandiosidad de lo que existe y puede existir, y nos revela que nuestra realidad, la que percibimos, la que somos capaces de comprender, no es más que una nimiedad y que nuestros temores no son más que pesadillas infantiles.


Como se ve, en esta odisea onírica ya no está el típico protagonista lovecraftiano, espantado hasta casi perder la razón. Hay, en cambio, un autor que nos invita a maravillarnos con las infinitas posibilidades de la mente, con un asombro casi infantil, pues sabe bien que no somos más que niños ante la Realidad.

 

“Cuando somos niños oímos y soñamos, albergamos ideas a medio cuajar, y cuando al hacernos hombres intentamos recordar, nos vemos estorbados y convertidos en seres prosaicos por el veneno de la vida.”

 

La búsqueda onírica de la Desconocida Kadath parece concedernos un asomo de esperanza entre todas las abominaciones que el escritor de Providence nos había heredado, y por ello es una especie de cuento de hadas macabro. Para contemplar esa maravilla, primero debemos enfrentarnos, como su creador, a lo innombrable, lo indescriptible, lo inenarrable, el horror absoluto que proviene de los primeros atisbos de la nuestra agobiante realidad. Después de la pesadilla, vendrá el sueño.

 



Lo siguientes relatos se ubican en la Tierra Onírica y en ellos aparecen personajes, lugares y sucesos mencionados en Kadath, por lo que se lectura se recomienda a quienes quieran comprender cabalmente la novela. Estos relatos, junto con los de Carter, constituyen una maravillosa cosmogonía de la Tierra Onírica.

  • La nave blanca (1919)
  • La maldición que cayó sobre Sarnath (1920)
  • Los gatos de Ulthar (1920)
  • Polaris (1920)
  • Celephaïs (1922)
  • Azathoth (1922)
  • Los otros dioses (1933)
  • La búsqueda de Iranon (1935)

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10 comentarios:

Stuka dijo...

Lovecraft Rocks

Kyuuketsuki dijo...

¿Que te puede decir este humilde fan de Lovecraft?

Me has ganado todo lo que yo tenía que decir. Y es que pensaba hacer un post sobre Lovecraft en relación al nombre de mi blog, próximamente, pero creo que ahora solo podré referenciar a tu post o buscar darle otro giro al tema. Estuvo magnífica la descripción. Me gustó mucho el post.

Kyuuketsuki dijo...

Oye, ya leíste el comic de el joven lovecraft?

stuka dijo...

oie tengo unos comics de lovecraft, uno de los cuales es mas satirico que fiel a su esencia,pero son buenos.

Karate Pig dijo...

La entrada es una buena aproximación a Lovecraft, una de las mentes más incomprendidas del "largo siglo XIX"

Maik Civeira dijo...

Kyuu y Stuka: no he leído tales cómics, ahí los rolan, ¿no?

Kyuuketsuki dijo...

Búscalo en mi blogroll; aparece simple y sencillamente como "El Joven Lovecraft". Es buenísimo. En serio.

Soma dijo...

Uno de mis adjetivos favoritos de Lovecraft: Ominoso.
El joven Lovecraft está chido, ahora bien, el otro cómic que menciona Stuka no lo conozco. Que pongan el link para todos no?

Anónimo dijo...

Parece que George RR Martin es otro fan de Lovecraft. En los mapas de "The Lands of ice and Fire" igualmente aparece Kadath. El final de ASOIAF será que Ojo de cuervo despierte a Cthulu

jose loayza dijo...

Ok, no soy fan, pero tal vez les de una leída a algunos libros de Lovecraft

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