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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

lunes, 16 de enero de 2012

Breve reflexión sobre el papel del intelectual en la sociedad contemporánea




En la novela El viaje del Beagle Espacial, de A.E. van Vogt, la nave epónima transportaba un gran equipo multidisciplinario con la misión de explorar la galaxia. Astrónomos, geólogos, arqueólogos, zoólogos, botánicos, físicos, químicos, ingenieros, mecánicos, médicos, psicólogos y militares, por citar a algunos especialistas, componían la heterogénea tripulación del Beagle Espacial. Se trataba, pues, de que hubiera representantes de cada rama del conocimiento humano. El equipo, sin embargo, no podía funcionar sin la participación del Dr. Elliott Grosvenor, el único nexialista a bordo. El nexialista no es un experto en un área específica, sino que conoce un poco de todas las disciplinas y puede establecer los nexos entre ellas, para comprender procesos, predecir situaciones y plantear soluciones que, por sí mismo, ningún especialista podría manejar.

Quiero partir de este ejemplo para reflexionar sobre el papel del intelectual en una sociedad. En un mundo en el que la súper especialización del saber humano se convierte en una necesidad para profesionistas y académicos, es cada vez más importante que existan “nexialistas”, personas con los conocimientos y la capacidad de hacer las conexiones entre las diversas áreas del pensamiento humano. A los especialistas muchas veces les resulta difícil comprender la importancia de disciplinas ajenas a la suya, y en este sentido, en ocasiones suelen denostarlas (el matemático que menosprecia las ciencias naturales; el científico naturalista que menosprecia las ciencias sociales; el científico social que menosprecia las ciencias exactas, y así). Ni hablar de los políticos nacionales que, como todos sabemos, en su mayoría tienen un bagaje cultural muy estrecho y muchas veces ni siquiera sobresalen como profesionales de su propia disciplina.

En este panorama, el individuo que no tiene la necesidad de ser un especialista, puede darse el lujo de conocer un poco de todo. Y así, posicionándose desde una perspectiva ventajosa, dominar una vista amplia de nuestra complejísima realidad y, como el nexialista del Beagle Espacial, llegar a conclusiones a las que los especialistas nunca podrían. No podrá ver con tanta profundidad cada árbol, pero tendrá una vista panorámica del bosque. Tal es el papel del intelectual, hermano menor del filósofo: saber un poco de todo para entender lo que al especialista se le dificulta, para recordar tanto a profesionales, como a políticos y a la gente de a pie, que existen muchos asuntos de los que no saben mucho, pero que pueden ser de suma importancia en su vida.

El intelectual debe alzar la voz y difundir el conocimiento, luchar contra la ignorancia y el dogmatismo, analizar su realidad, denunciar los errores, negligencias y dolos que se cometen en las distintas ramas del quehacer humano; en fin, ser un nexialista. En nuestro país existe una terriblemente injusta distribución de la riqueza; asimismo, hay una terriblemente injusta distribución del conocimiento. Al intelectual le toca luchar contra ello. Es por eso que no cualquier persona culta puede asumir el compromiso de ser un intelectual (amén de que no todos los que se pretenden intelectuales están realmente informados o siquiera son muy inteligentes): el erudito puede dedicarse al conocimiento por pura satisfacción personal, pero el intelectual tiene la obligación de compartir ese conocimiento; de expresarse públicamente y asumir las consecuencias de ello.


Mi modelo de intelectual es, desde hace mucho, Umberto Eco, que lo mismo puede hablar sobre teología medieval, semiótica post-estructuralista, evolución darwiniana, política contemporánea y tiras cómicas de Charlie Brown. Eco nos recuerda, en un ensayo de su magnífico libro A paso de cangrejo, que Norberto Bobbio, ese otro gran intelectual italiano, señalaba otra función importante del sabio. El intelectual no está exento de militar en una corriente ideológica, sino todo lo contrario, pero debe guiarse por su razón y no sólo por sus pasiones. Así, el intelectual, en el seno de una ideología, puede y debe ser crítico con esa misma ideología, señalar sus errores y excesos, criticar lo criticable y pugnar por corregir lo corregible. Un artista puede apasionarse con un movimiento político y un líder carismático, pero un intelectual tiene la obligación de mantener una postura crítica incluso hacia aquello mismo con lo que comulga.

En El viaje del Beagle Espacial, el Dr. Grosvenor, nexialista, se ve obligado a tomar el control de la nave para resolver una crisis, cosa que logra gracias a sus amplios conocimientos. No iría tan lejos como pare decir “¡Intelectuales al poder!”, pero es de resaltar cómo en general los políticos han excluido a los intelectuales, a menos que les demuestren una lealtad absoluta, en cuyo caso dichos pensadores se convierten en simples mercenarios. El poder es alérgico al pensamiento crítico y al conocimiento que contradice sus intereses. Los intelectuales pueden demostrar la importancia que el saber y el pensar tienen para una sociedad.


Otro ejemplo literario: Mycroft Holmes, hermano mayor del celebérrimo detective Sherlock, ocupa una posición de suma importancia en el gobierno británico: él debe saberlo todo. “Mientras los demás son especialistas, la especialidad de Mycroft es la omnisciencia” nos dice Sherlock. Es más, en algunas ocasiones, Mycroft es el gobierno británico. Bien, no deseamos tanto, pero queda como metáfora de la importancia que puede tener la facultad de trazar los nexos entre las diferentes ramas del conocimiento humano.

Sirva la reflexión anterior como una explicación de lo que intento en este blog: tratar un poco de todo tan honestamente como puedo; a veces, lo admito, de forma un poco caprichosa, y muchas más, bastante limitada. Pero el intento se hace.


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8 comentarios:

Sir David von Templo dijo...

¿No es ese el texto que publicaste hace tiempo en la edición digital de la revista SOMA? excepto por la parte de Mycroft Holmes, claro...

Saludos.

Maik Civeira dijo...

En "Eureka", pero como ya no existe esa sección, lo decidí poner acá. :)

Anónimo dijo...

Chairos

Maik Civeira dijo...

Cuando respondes a toda una reflexión sobre la difusión del conocimiento y el papel de la gente culta con una sola palabra ofensiva que no significa nada, ¿te sientes muy inteligente?

Anónimo dijo...

Simón

Sombrerudo dijo...

Jajajá, Los últimos tres comentarios son demasiado irónicos. Mientras intentas luchar contra el desprecio del conocimiento, se levanta una voz anónima para pitorrearse de ello.

Buen texto, aunque un poco presuntuoso asumir tal responsabilidad que, considero yo, lo haces muy bien.

Tsss, y pensar que yo soy el nexialista entre mis conocidos (o por lo menos asumí voluntariamente tal papel). De inmediato leo más sobre Umberto Eco pa' enchairarme más.

Maik Civeira dijo...

@Sobrerudo: No quiero verme presumido :( O sea, no soy ni Grosvenor, ni Eco ni Holmes, pero mi ambición es llegar a aportar algo valioso a este puto mundo. :)

Carlos Garduño dijo...

Frente a la dictadura intelectual de El viaje del Beagle espacial propongo Interestelar, de nuestro aclamado Nolan. Hay muchas mentecillas maquiavélicas entre las posturas de derecha que, anónimamente, intentan manipular el rumbo de una sociedad supuestamente no preparada para tomar sus decisiones, esto siempre con justificaciones pseudocientíficas relacionadas con estadística y darwinismo sacados de sus cabales. Es cierto que la sociedad es manipulable por carencia de desarrollo lógico y cognitivo, pero desde la postura del dominio intelectual pueden justificarse acciones que atentan contra montones de libertades. Propongo primero hacer evidente la manipulación mediática de la democracia y de muchos otros mecanismos sociales. Para ello es necesario hacer una renovación del lenguaje: cien años de denuncia han envejecido y empolvado nuestras expresiones de protesta, mientras nuestros opositores usan un lenguaje atractivo, maquillado con los conocimientos de la mercadotecnia.

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